01/07/2013
Convertir a nuestros futuros antiguos alumnos en ciudadanos del mundo

Del 29 de julio al 2 de agosto de 2012, Boston acogió un evento extraordinario de la comunidad de inspiración jesuítica a escala mundial. Por primera vez, delegados de escuelas de secundaria de los jesuitas se reunieron en el Coloquio Internacional sobre Educación Secundaria Jesuita.

Organizado de forma magistral por un grupo de antiguos alumnos del Boston College High (BC High, la escuela secundaria, www.bchigh.edu), pero celebrado por el Boston College (la escuela universitaria, www.bc.edu) en sus fantásticas instalaciones, este evento contó con una comunicación, una logística y una financiación altamente profesionales bajo el liderazgo experto de Dan Carmody, un joven antiguo alumno del Boston College. El Coloquio fue un evento de cuatro días de duración con un equilibrio muy logrado entre una docena de discursos introductorios y una verdadera abundancia de talleres (64 en total, que dejaron a muchos asistentes con las ganas al no poder asistir a más de… 4).

Esta profusión de nuevos proyectos escolares, iniciativas pedagógicas innovadoras, prácticas óptimas en materia de enseñanza e informes de experiencias de campo generó en todos los participantes cierto sentido de orgullo, de euforia y un compromiso renovado. Desde cualquier punto de vista, se trata de algo para recordar, no solo por las cifras de delegados (700, de los cuales, ¡más de la mitad eran jesuitas!) y escuelas representadas (290 de un total de 450 procedentes de 48 países), sino, sobre todo, por el espíritu que presidió el encuentro.

Especialmente memorables fueron los discursos del Padre Agbonkhianmeghe Orobator (SJ), Provincial de la provincia de África Oriental, cuyo discurso tenía un título que hablaba por sí mismo: “Cuando fui a la escuela por primera vez, no había escuela…”. Su intervención o, mejor dicho, su actuación, incluía una hermosa canción africana que interpretó con sumo gusto. Una marcada ovación puso la guinda a su discurso inspiracional. Muy esperada era también la intervención del Padre Patrick Huang (SJ), asistente regional para la región Asia-Pacífico, quien, en su discurso de hora y media, a través de la descripción de su organización actual, capturó la verdadera esencia de la Compañía de Jesús en nuestros días.

En realidad, acudí a Boston para representar a la WUJA en este evento mundial y di mi discurso ante un auditorio lleno de gente. Esas personas se mostraron no solo interesadas, sino perplejas, al enterarse de que la WUJA existía desde hacía más de 50 años. La mayoría de ellas nunca habían oído hablar de nosotros. No sorprende que los delegados de las escuelas estadounidenses se mostraran un tanto escépticos acerca de nuestra capacidad para penetrar en los centros de su país que, como todos sabemos, gestionan a sus propios antiguos alumnos y se resisten a afiliarse a una organización mundial de antiguos alumnos que podría representar cierta competencia por los fondos que estos aportan…

Tuve la oportunidad de reunirme con personas de al menos veinte países diferentes.

En todas mis conversaciones, pude sentir cómo afloraba un sentimiento definitivo de pertenencia, de pertenecer a una organización mundial de facilitadores ignacianos destinada a crear un mundo mejor, pero también a una red mundial, sin equivalente en todo el mundo, de escuelas inspiradas en la espiritualidad de San Ignacio. De hecho, el tema del networking estuvo presente en muchos discursos. El Padre Daniel Villanueva (SJ), director asistente de la Fundación Entreculturas – Fe y Alegría en España – dejó una impresión imborrable al resumir todas las tecnologías a disposición de la red de escuelas jesuíticas (y, que, en realidad, ya se utilizan en muchos casos) y que eliminan la distancia física que hasta ahora había constituido un obstáculo a la comunicación. El Padre José Mesa (SJ), secretario de la Compañía para la educación pre-secundaria y secundaria, incluso cerró el Coloquio acuñando la siguiente fórmula: “Las escuelas aisladas no sobrevivirán”. En efecto, puede que las escuelas jesuíticas disfruten de una buena reputación, pero si no son capaces de conectar entre ellas en un mundo global, perderán uno de los elementos más importantes de la docencia que pueden ofrecer a sus alumnos: la apertura para integrarse en un mundo global y las herramientas para convertirse en líderes de la transformación de ese mundo.

En una de las veladas, se rindió homenaje a un antiguo alumno del BC High por su generosa donación de 3 millones de dólares estadounidenses para ayudar a crear una secretaría global que se encargue de organizar intercambios de alumnos entre las escuelas jesuíticas de todo el mundo, pero también relaciones de hermanamiento o experiencias de aula virtual.

El coloquio concluyó con la aprobación de una “declaración de visión” de la que extraemos una frase que sirve de broche: “Nuestro compromiso con el networking como un organismo universal, y nuestra llamada a las fronteras, procede de nuestro reconocimiento del mundo y nuestro deseo de ayudar de manera efectiva a los alumnos a enfrentarse a los desafíos mundiales”.

En 2016 o 2017 se celebrará un nuevo coloquio en un lugar todavía por determinar.

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