31/07/2018
Fiesta de San Ignacio de Loyola

Hoy celebramos la fiesta de San Ignacio de Loyola. Es una fecha simbólica importante para todos aquellos que están vinculados de una manera u otra con las obras jesuíticas y el espíritu ignaciano. En esta ocasión, les invitamos a descubrir una breve reflexión dirigida a nosotros por el Padre Bill Muller S.J., el nuevo consejero espiritual de la WUJA.  Esto nos da la oportunidad de presentar brevemente lo último.

William Muller es un jesuita americano. Desde 2015, es el director ejecutivo de Jesuit Schools Network, la organización, con sede en Washington, DC, encargada de proporcionar servicios y programación a las 80 escuelas pre-secundarias y secundarias de los Jesuitas en los Estados Unidos y Canadá. Fue presidente de Verbum Dei High School en Los Ángeles y de Bellarmine College Preparatory en San José, California.

 

Al celebrar este año la fiesta de San Ignacio, podemos agradecer el reciente anuncio del P. General Arturo Sosa: «Hemos iniciado formalmente el proceso de beatificación del P. Pedro Arrupe».

Recuerdan que fue en el Décimo Congreso Internacional de Antiguos Alumnos de la Compañía de Jesús de Europa en Valencia, España, en la fiesta de San Ignacio de 1973 (hace 45 años) que el P. Arrupe pidió a los Antiguos Alumnos de los Jesuitas «que trabajen con otros para desmantelar las estructuras sociales injustas a fin de que los débiles, los oprimidos y los marginados de este mundo puedan ser liberados».

Él nos desafió a ser Hombres y Mujeres para Otros.

En esta fiesta de San Ignacio, reflexionemos y oremos con las frases finales del P. Arrupe de 1973,

«Hombres y mujeres para los demás: el objetivo primordial de la educación jesuita -básica, avanzada y continuada- debe ser ahora la formación de tales hombres y mujeres.  Porque si hay alguna sustancia en nuestras reflexiones, es la prolongación en el mundo moderno de nuestra tradición humanista derivada de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.  Sólo siendo hombre o mujer para los demás se llega a ser plenamente humano, no sólo en el sentido meramente natural, sino en el sentido de ser la persona «espiritual» de San Pablo.  La persona llena del Espíritu; y sabemos de quién es el Espíritu: el Espíritu de Cristo, que dio su vida por la salvación del mundo; el Dios que, haciéndose hombre, se hizo, más que nadie, hombre para los demás y mujer para los demás».

Haz nuestra esta oración – Padre Celestial, colócame con tu Hijo, Jesús, quien, convirtiéndose en persona humana, se convirtió, más allá de todos los demás, en un Hombre para los demás.

Bill Muller S.J.

Consejero Espiritual
WUJA