Fiesta de San Ignacio: ¡Qué diferencia hace una bala de cañón!

Queridos ex alumnos y ex alumnas de la Compañía,

Cuando la pierna de Ignacio de Loyola fue aplastada durante el asedio de Pamplona el 20 de mayo de 1521, uno -ni siquiera el propio Ignacio- apenas podía imaginar la diferencia que esta herida iba a suponer en la vida de tantas personas y, digámoslo así, en la vida espiritual e intelectual de la humanidad.

A lo largo de la historia, muchos, demasiados soldados fueron alcanzados por balas, balas de cañón o metrallas. Pero, ¿por qué fue tan decisiva esta bala de cañón? Tal vez porque Ignacio fue tocado no sólo en su carne sino también y en lo que le hacía ser lo que era en ese momento: un guerrero y un caballero de la corte.

Ni que decir tiene que después de un traumatismo físico tan insoportable, bailar en la corte o hacer la guerra le habría resultado bastante difícil. Así pues, la pierna destrozada de Ignacio fue algo más que una devastación física. Fue también una agresión a su orgullo y a su “razón de ser”.

Otras personas pasan por esos momentos catárticos y todos nosotros, en cierta medida, aunque menos torturadora, hemos pasado por experiencias dolorosas.

Lo que quizá marque la diferencia es que Ignacio comprendió (pero probablemente habría dicho que ‘sintió’) que su mundo anterior había desaparecido definitivamente y eligió morir a sí mismo, no por un razonamiento calculado para volver a un nuevo mundo con mayor provecho, sino simplemente abandonándose a alguien más poderoso que él.

Porque aceptó que su cuerpo ya no representaba nada, pero al mismo tiempo que su propia voluntad no bastaría para compensarlo, su renuncia total le permitió acceder lentamente a otra realidad.

Su singular experiencia ha permitido desde 1521 a innumerables personas reflexionar sobre su vida y el sentido de la misma.

Os deseo a todos una gran y inspiradora fiesta de San Ignacio.

 

Alain Deneef

Presidente
Unión Mundial de Antiguos Alumnos de la Compañía de Jesús

 

 

 

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