Discurso de despedida del presidente saliente de la WUJA, Alain Deneef
Querido Padre General, queridos ex alumnos, queridos amigos,
Quisiera desear a todos un excelente Congreso y ya agradecer de todo corazón a quienes lo organizaron en circunstancias muy difíciles.
Mi primer congreso mundial se celebró en Loyola-Bilbao en 1991. Y tenía la mitad de mi edad.
Hoy, en 2022, este es mi séptimo Congreso mundial.
¿Qué he aprendido en estos años y he aprendido algo?
Me parece que he aprendido que los antiguos alumnos son un producto del pasado que busca un futuro.
He aprendido que sólo podemos sublimar ese pasado, es decir, revivirlo en el tiempo presente, si nos proyectamos en el futuro.
Descubrí que una manera de llegar a ese futuro es caminar con los jesuitas de manera consciente y decidida, más de lo que hicimos en el colegio o la universidad.
Me he dado cuenta de que sólo una muy pequeña minoría de los ex alumnos se sentirá llamada por esto y eso está bien.
Sé que los que llamo ‘ignacianos’ son los que han sido tocados por un fuego y que transmiten ese fuego a otros.
También he comprendido que caminar con los jesuitas es como compartir el camino con los peregrinos en el camino de Santiago de Compostela o en el Camino Ignaciano. Sabemos que podemos caminar con gente durante unos días y luego perderlos de vista porque caminan un poco más rápido que nosotros o un poco más lento, o porque han decidido parar antes, o después, en el camino para encontrar alojamiento para la noche, pero sabemos que nos alegrará mucho volver a encontrarlos -¿quién sabe? – más adelante.
También sé que hay una flecha del tiempo.
Fue Jean Jaurès, el gran líder socialista francés, quien dijo: es yendo hacia el mar como el río permanece fiel a su fuente.
No se nos pide que volvamos permanentemente a la fuente de nuestra vida, se nos pide que vayamos hacia el mar, después de haber tomado el curso sinuoso del río, a veces intercalado con rápidos, después de haber adoptado su curso a veces amplio y poderoso, antes de emerger quizás en un estuario majestuoso.
Me parece que en cada una de estas etapas, en diferentes momentos de nuestra vida, puede haber un papel que desempeñar al lado de los jesuitas, según nuestras posibilidades, nuestra experiencia, nuestras necesidades y ciertamente nuestro deseo.
Cuando el congreso mundial vuelva a Europa dentro de unos 31 años y yo participe -si Dios quiere- en mi 15º congreso mundial hacia el año 2053, el acompañamiento en la misión me habrá llevado a destinos desconocidos para mí hoy, con jesuitas y ex alumnos que aún no conozco, pero sé que las fronteras a las que iremos merecerán la pena ser descubiertas porque serán donde mi hermano humano se me revelará, en su corteza terrenal y en su figura de Cristo.
Al despedirme de ustedes como Presidente de la WUJA, permítanme desearme y desearles la reconciliación con nosotros mismos, con nuestros hermanos, con nuestro planeta y con Dios el Creador.
Queridos compañeros, sois lo mejor de mí.
Gracias por ser para que yo pueda ser.