“Medicina con un rostro humano”: primera sesión para antiguos alumnos profesionales del ámbito médico
Para una chica como yo, que está dando sus primeros pasos en el mundo médico y ha asumido ahora un papel activo en la compleja y polifacética realidad de un hospital durante un periodo de tiempo relativamente breve, una reunión con profesionales del sector, que han recibido la misma formación y que cuentan ya con varios años de experiencia a sus espaldas, suponía una ocasión que no podía dejar escapar.
La primera sesión de formación de los antiguos alumnos pertenecientes a campos profesionales específicos se celebró en París del 29 de junio al 1 de julio. En este caso, se trataba del área médica. La reunión contó con la asistencia de unos treinta antiguos alumnos de toda Europa, médicos principalmente.
El tema de la conferencia fue: “Medicina con un rostro humano”.
La idea de esta reunión surgió de la Confederación Europea de Antiguos Alumnos Jesuitas, a invitación del Padre General Adolfo Nicolás (SJ) en la última reunión mundial de antiguos alumnos, cuando nos invitó a ser hombres y mujeres profundos, con los demás y para los demás.
Para la mayoría de los antiguos alumnos, su vida diaria gira en torno a su familia y su profesión y, es en esos contextos en los que debe materializarse su invitación.
En París, la reunión se estructuró mediante la presentación de un tema por parte de cinco profesores a lo que seguía un debate en el que participaba todo el grupo. El pequeño número de participantes permitió debatir durante las formaciones y nos dio la oportunidad de conocernos los unos a los otros e interactuar personalmente en momentos sociales.
El primero en hablar fue el profesor P. Andrea Vicini (SJ), pediatra y profesor de teología moral en el Boston College. El Padre Vicini habló sobre todo de las virtudes de la medicina, de la importancia de las listas de comprobación para reducir los errores médicos y de la promoción de la justicia a escala mundial, lo que dio lugar a un animado debate.
El profesor Jean-Louis Misset, oncólogo, tomó el relevo.
Planteó la interesante cuestión de la posibilidad de tratar a los pacientes incluso cuando la medicina basada en evidencias – que se considera en la actualidad el mejor modelo de atención sanitaria – no lo prevea. Cree que está ampliamente aceptado que este enfoque impide el progreso científico y niega a los pacientes el derecho a esperar formar parte del pequeño porcentaje de casos en los que un medicamento es efectivo. Sin embargo, todo esto encendió la polémica cuestión de la prolongación de la vida y los elevados costes derivados.
Los aspectos económicos fueron tratados por el profesor Carlo Fronticelli, cirujano, quien se enfrentó al complicado y extremadamente relevante tema de la asignación de recursos en el sector sanitario, despertando el interés de todos. En particular, mencionó la importancia de optimizar el coste de acuerdo los criterios de equidad, efectividad, eficiencia (y, por tanto, ratios de coste-efectividad, coste-efectividad y coste-utilidad) y adecuación.
El Padre Patrick Langue (SJ), Gestor del Centro Laennec, explicó los objetivos y actividades de este prestigioso centro que nos había invitado. Trabaja exclusivamente con estudiantes de medicina. Los estudiantes, que se admiten en un pequeño número en proporción con el número de solicitudes que reciben, reciben una orientación en su formación científica, así como en su desarrollo humano y espiritual. El Padre Langue nos contó que considera esencial complementar el estudio de materias científicas con otras actividades como las artes, el teatro, la pintura y el voluntariado, así como la confrontación personal con él cuando un alumno entra en contacto directo con la realidad del hospital. Me impresionó personalmente la atención dispensada al máximo nivel científico posible, esencial, por supuesto, combinada con la concentración en la formación y crecimiento humano de los estudiantes, algo que con frecuencia queda marginado en nuestras universidades. Sería deseable, apasionante, me atrevería a decir, proponer un enfoque integral como ese en otras universidades.
El profesor Stephan Claes, psiquiatra, habló de nuevas fronteras en el fascinante campo del libre albedrío, a la luz de las últimas teorías neurobiológicas según las cuales las decisiones están dictadas en realidad por el patrón concreto de los neurotransmisores. Creo que fui la única en apreciar su interesante informe sobre cuestiones concretas que con frecuencia se tratan de forma superficial en la prensa científica.
Los discursos despertaron distintos temas de gran interés, lo que dio lugar a una participación activa por parte de todos.
El programa incluía también un momento de silencio en la capilla del Centro Laennec, con una celebración eucarística oficiada por el Padre Langue.
También hubo momentos de convivencia muy agradables. Todos los detalles se habían organizado con sumo cuidado y, algo muy importante, especialmente para nosotros, los italianos, la comida también fue excelente.
Me gustaría expresar un especial agradecimiento a Eric de Langsdorff, antiguo alumno de S. Louis de Gonzague en París, quien participó activamente en el desarrollo de la reunión y nos invitó a cenar en su bonita casa.
Desde nuestro primer encuentro la noche del viernes, se creó un ambiente de colaboración y deseo de conocer a los demás muy agradable. Nos encontramos casi como en casa, en confianza, gracias a un sentimiento compartido, algo que no nos impidió adoptar posturas diferentes durante los debates y diferir en nuestras opiniones, aunque siempre con un gran respeto.
También fue muy agradable ver que la diferencia de edad no suponía una limitación sino, más bien al contrario, una oportunidad para comparar, intercambiar y enriquecerse, especialmente para nosotros, los miembros más jóvenes del grupo.
Me sorprendió muy agradablemente sentirme tan unida a unas personas que no conocía, prácticamente desde el primer minuto. Esto ocurre muy rara vez en la vida cotidiana, y especialmente en el mundo profesional, con frecuencia contaminado por las envidias y una competencia excesiva. Por eso creo que concentrarse específicamente en un área profesional ha sido uno de los grandes aciertos de este proyecto, ya que ha permitido realizar comparaciones verdaderas y honestas con los profesionales del sector, que se enfrentan a desafíos similares y a menudo se encuentran con los mismos problemas. Creo que se trata de una idea estupenda que nos ha dado la oportunidad de comprender y poner en la práctica día a día, cada uno en su propio contexto, la invitación a ser hombres y mujeres profundos, con los demás y para los demás.
En estos días, todos estamos acostumbrados – y obligados – a vivir a contrarreloj, y disfrutar de tres días para despertar nuestro espíritu crítico, nuestra capacidad para reflexionar más profundamente sobre cuestiones que forman parte de nuestra vida cotidiana, con otros profesionales, en un clima de apertura y amistad, fue todo un regalo.
“Muchas gracias a Chris Thürlimann, Secretario de la ECJA, y a Frank Judo, Presidente de la ECJA, que tanto se han implicado en esta gran iniciativa”.
El experimento fue un éxito rotundo: ¡nos vemos el año que viene!