Mensaje para la Pascua
Querida ex-alumna, querido ex-alumno,
La Pascua es para los cristianos un tiempo de introspección y alegría, introspección ante el sufrimiento presente en nuestro mundo y alegría en la esperanza de la resurrección.
Este año, la Pascua adquiere un color especial para los cristianos, pero también para los que los rodean y los frecuentan. No tanto porque las celebraciones colectivas se han vuelto imposibles, sino más bien porque la idea misma de una resurrección, de una salida de nuestro estado como personas confinadas, restringidas en su libertad, es una profunda aspiración para todos nosotros.
Al igual que con la resurrección que nos promete volver a la vida, pero a una vida nueva y diferente, aspiramos a una nueva vida. Esto se debe a que muchos de nosotros no aspiramos a un retorno al viejo orden, a la vida de antes, al status quo ex ante, sino más bien a una forma diferente de ser y actuar.
La Pascua de este año también nos inspira porque resalta en qué se basa: el amor que llega hasta el sacrificio. Lo vemos todos los días en la valiente actitud de las profesiones que siguen funcionando, prestando servicios esenciales, como el correo, la policía, la eliminación de desechos, para evitar que la sociedad se desmorone, y en la acción heroica de los trabajadores de la salud que ponen sus vidas en peligro para salvar la de otros.
Sí, es en efecto el sacrificio de Cristo en la cruz, en el corazón del mensaje del Evangelio, que se despliega ante nuestros ojos. Nuestras sociedades humanas actuales no son concebibles sin estos valores de abnegación y amor unilateral. Es porque un hombre, al morir hace dos mil años, quiso asumir la debilidad, la mediocridad, la hipocresía, el egoísmo y la cobardía del mundo que los hombres y mujeres de nuestro tiempo se entregan a sí mismos y a sus vidas sin cálculo para ayudar a los demás. Este hombre nos dice en su sacrificio que esta actitud de entrega no garantizaba la vida eterna, sino que creaba la condición de esta vida, la que va más allá de la envoltura carnal congelada en nuestro espacio-tiempo, una vida que no puede ser aprehendida en la tierra pero que se nos ofrece en el próximo tiempo y en otro lugar.
En estos tiempos tan particulares, en esta tierra atormentada pero magnífica, os deseo una feliz Pascua, bañada en el amor de los demás y del amor que les dais.
Alain Deneef
Presidente
Unión Mundial de Antiguos Alumnos de los Jesuitas